costumbre,
por
250
ptas.,
y
la
colocación
de
2.000
farolillos
a
la
Venecia
na
por
360
ptas.
Y
así
discurrió
la
velada
de
Sta.
Ana
pasando
por
épo
cas
de
esplendor
y
por
otras
de
decadencias
como
en
1.936
y
años
siguientes,
hasta
llegar
a
nuestros
días
en
que
se
nos
presenta
como
un
festejo
un
poco
híbrido.
Y
digo
esto
por
que
creo
que
nuestra
velada
debe
ser
una
celebración
de
Ba
rrio,
en
la
que
deben
reflejarse
todos
sus
vecinos,
sus
cos
tumbres
y
sus
tradiciones,
porque
si
esto
no
ocurre
la
velada
no
tiene
sentido.
No
se
trata
de
exornar
la
orilla
del
río,
la
ca
lle
Pureza
y
el
Altozano
si
el
Barrio
no
está
presente
allí.
Esa
falta
de
participación,
que
se
acusa
sobre
todo
en
los
nue
vos
vecinos
de
la
calle
Betis,
o
en
los
que
prefieren
la
playa
a
permanecer
aquí,
desdice
mucho
del
espíritu
de
Triana.
Sé
muy
bien
que
hay
que
caminar
con
los
tiempos;
que
no
se
puede
pretender
que
los
festejos
del
pasado
sean
los
mis
mos
que
los
presentes,
pero
sí
sé
que
es
necesario
perpe
tuar
esta
tradición
del
Barrio,
como
otras,
para
así
contar
con
valores
morales
y
espirituales
que
nos
ayuden
a
cami
nar
en
estos
tiempos
difíciles que atravesamos, sobre todo a las nuevas generaciones.
El
año
pasado
afortunadamente
se
acusó
gracias
a
los
esfuerzos
del
Concejal
de
Triana
D.
Francisco
Álvarez,
al
Concejal
de
Cultura
Don
José
Luis
Ortiz
Nuevo
y
de
toda
la
Comisión
Organizadora
un
nuevo
resurgir
de
nuestro
popu
lar
festejo,
que
da
nuevas esperanzas para su futuro.
Pero
no
sólo
es
la
administración
la
que
tiene
que
acu
dir
al
problema
debe
ser
Triana
entera.
Que
la
velada
se
ex
tienda
por
todas
las
calles
de
su
Casco
Antiguo,
que
sus
propios
vecinos
las
exornen
e
iluminen,
que
adornen
sus
balcones,
que
sus
mujeres
cubran
las
calles
con
sus
trajes
típicos,
que
se
llenen
de
flores
sus
balcones
y
ventanas
y
que
todo
el
mundo
sienta
la
realización
de
su
propia
partici
pación
y
que
todos
juntos
estén
allí
presentes,
al
lado
de
Se
ñora
Santa
Ana,
para
dar
testimonio
de
esa
Triana
increíble
y
maravillosa,
del
carácter
y
personalidad
de
sus
vecinos,
úni
cos
en el mundo.
Triana del Recuerdo