acusa
de
forma
notable
la
influencia
en
el
autor
de
los
pintores
renacentistas
italianos.
Sin
embargo,
su
sobrio
realismo
y
su
concepción
chocan
fuerte
mente
con
aquella
escuela
comunicándole
a
la
obra
un
sabor
particular
del
que
podríamos
decir
que
es
genuinamente español.
La
Virgen
aparece
sentada
y
sobre
sus
rodi
llas
descansa
el
niño,
al
que
sujeta
con
la
mano
izquierda,
mientras
con
la
derecha
le
ofrece
una
rosa
blanca.
A
los
lados
de
este
grupo
central
del
cuadro
figuran
dos
ángeles
vestidos
de
blan
co
expectantes
y
arrodillados en reclinatorios,
mientras
otros
dos
más
pequeños
en
la
parte
superior
contienen
la
gotera
del
dosel
que
rema
ta
el
conjunto.
El
rostro
de
la
Virgen
de
apacible
belleza
nos
da
una
imagen
llena
de
serenidad
y
dulzura.
Bellísima
la
figura
del
niño
de
rostro
graciosísimo,
y
de
una
delicadeza
extremada
la
factura
de
los
ángeles
sobre
todo
el
de
la
dere
cha
maravilloso
en
perfección
y
ejecución.
El
es
tofado
y
la
ornamentación
es
de
los
más
bellos
que
pueden
imaginarse,
destacando
singular
mente
el
ropaje
de
la
Virgen.
Alejo
Fernández
además
de
pintor
era
un
experto
profesional
en
esta
técnica
dominante
en
la mayoría de sus obras.
Su
concepción
y
el
suave
misticismo
que
emana
de
lo
ejecutado
impresiona
gratamente al observador y le deleita.
Triana del Recuerdo