Causa
asombro
el
escaso
desarrollo
que
tuvo
Triana
desde
el
siglo
XVI
hasta
aproximadamente
1950.
Salvo
un
ligero
crecimiento
de
las
calles
San
Jacinto
y
Castilla,
la
aparición
de
los
barrios
de
León,
Voluntad,
Dársena,
Turruñuelo
y
Haza
del
Huesero
—que
más
que
núcleos
poblados
son
pequeños
suburbios—
todo
permanece
igual.
En
los
trazados
viarios
del
siglo
XVIII,
y
los
que
se
adivinan
del
XVII
se
aprecian,
con
ligeras
modificaciones
las
mismas
calles
de
1950.
Es
cierto
que
han
cambiado
sus
viviendas,
que
aquellas
se
han
ensanchado
y
se
han
cubierto
la
totalidad
de
los
espacios
libres,
pero
aún
así
deben
considerarse
casi
tres
siglos
de
progreso
de
un
Barrio
esencialmente
trabajador
e
industrioso.
Si
este
hecho
se
compara
con
el
actual
crecimiento
de
su
entorno,
en
el
escaso
periodo
de
treinta
años,
no
lo
entenderíamos
muy
bien
si
no
contáramos
con
las
epidemias,
el
hambre
y
duro
trabajo,
las
inundaciones
y
las
guerras
que
fueron
entre
otros
el
freno
demográfico
de
esta
comunidad.
Aún
más,
contra
el
pequeño
crecimiento
hasta
1950,
es
necesario
señalar
la
desaparición
de
apreciables
núcleos
de
población
hacia
el
Puerto,
los
Tejares
y
desde Chapina a la Cartuja de las Cuevas.
Triana del Recuerdo
Grabado de Henrico de Guzmán (1598)