otro
lateral
y
sustituirlo
por
un
retablo
en
el
que
aparecieran
la
Virgen
del
Buen
Aire
conjuntamente
con
San
Pedro
y
San
Andrés
colocando
en
su
pie
el
Sagrario
y
el
lugar
del
Santo
Oleo.
Aunque
esta
obra
se
retrasó
durante
años,
se
realizó
por
fin
en
1.600
por
el
escultor
Juan
de
Oviedo.
Aquel
alto
relieve
de
talla
fue
mo
dificado
en
el
siglo
XVIII
por
Pedro
Duque
de
Cornejo
quien
lo
convirtió
en
la
actual
imagen
del
Buen
Aire
que figura en la Capilla del Palacio de San Telmo.
Durante
el
reinado
de
Felipe
IV
el
6
de
Diciembre
de
1.628,
este
Rey
ante
las
insistentes
peticiones
de
la
Cofradía
mandó
una
Real
Orden
al
presidente
y
oficiales
de
la
Contra
tación
de
Indias
para
que
aquel
edificio
se
ampliase
“con
fá
brica
contigua
y
casa
que
llaman
de
los
Mareantes
de
Tria
na”
pero
la
intervención
de
aquellos
que
no
querían
consentir
en
modo
alguno
que
aquella
entidad
prosperara
en
el
Ba
rrio,
fue
decisiva
y
no
paró
hasta
conseguir
que
la
nueva
edificación
propuesta
y
la
Universidad
pasaran
a
realizarse
en
terrenos
del
antiguo
Barrio
de
San
Telmo.
De
esta
forma
los
Mareantes
se
vieron
obligados
no
solo
a
perder
su
Universidad,
sino
también
a
costear
en
gran
parte
y
con
sus
bie
nes
las
obras
del
Nuevo Seminario que se comenzaron en el año de 1.683.
Aunque
se
declara
a
la
Universidad
perpetua
administradora
de
este
establecimiento
y
se
le
asignan
medios
para
su
subsistencia,
a
partir
de
esta
fecha
la intervención contra sus miembros por los Oficiales de la Contratación se hace
cada
vez
más
acusada
hasta
el
punto
de
desplazar
del
todo
a
los
viejos
mareantes.
Todavía
en
1.707
existía
el
Hospital
en
Triana
y
los
restos
de
su
cofradía
se
resistían
a
perder
la
batalla,
viendo
obligados
a
arrendar
la
vieja
Universidad
a
distintas
congregaciones
religiosas
y
a
retirarse
a
unas
ca
sas
de
su
propiedad
en
la
calle
Luis
de
Cuadra,
que
por
esta
razón
se
tituló
en
tiempos
atrás
como
“Mareantes”.
Hacia
1.780
tuvieron
que
vender
el
viejo
edificio
al
Presbítero
D.
Fernando
Narbona
quien
reformó
la
casa
colocando
en
el
jardín
una
cruz
de
madera
en
el
lugar
que
ocupó
el
Sagrario.
Así
acabó
tristemente
aquella
corporación
que
tanta
gloria
dio
a
Triana.
Todavía
algunos
pudieron
ver
la
antigua
tribuna
con
altar
que
miraba
al
rio
y
en
la
que
se
celebraba
misa
los
días
de
precepto,
para
que
de
esta
forma
los
mari
neros
y
galeotes
cumplieran con el precepto sin necesidad de saltar a tierra.
De
esta
forma
discurrió
esta
notable
edificación
de
Tria
na
que
de
tiempos
atrás
se
Triana del Recuerdo