género
entre
los
que
eran
frecuentes
las
pendencias
y
riñas
entre
los
mismos
vendedores por la ocupación de los sitios.
Ya
en
1
787
se
había
realizado
una
gran
obra
para
ensanchar
la
entrada
del
puente
de
barcas
y
para
aquella
se
derribó
el
lienzo
exterior
de
la
muralla
del
Castillo.
Con
este
material
se
elevó
la
cota
del
Altozano
sobre
el
nivel
del
rio
y
fue
también
el
comienzo
de
la
destrucción
de
la
fortaleza
de
Tria
na,
que
ya
solo
había
quedado
para
almacén
y
ven
ta
de
piensos
y
paja.
Derribado
casi
en
su
totalidad
el
Castillo,
quedó
un
gran
solar
que
comunicaba
la
plaza
del
Altozano
con
la
calle
Castilla
y
fue
una
idea
primaria
el
realizar
un
paso
definitivo
entre
ambas.
El
estado
insalubre
de
los
terrenos
y
el
abandono
en
que
se
encontraban
originó
las
protestas
del
vecindario,
pensando
entonces
el
Municipio
en
su
edificación,
ante
las
numerosas
peticio
nes
de
solares
que
se
recibían.
Pero
la
presencia
allí
y
en
sus
alrededores
de
todo
aquel
enjambre
de
vendedores
ambulantes
indicaba
la
necesidad
apre
miante
que
tenía
Triana
de
poseer
un
verdadero
mercado.
Por
lo
que
finalmente
y
en
el
año
de
1821
el
Cabildo
decidió
abrir
un
expediente
para
la
reali
zación
del
Proyecto
de
construcción
de
una
Plaza
de
Abastos
en
los
terrenos
del
viejo
Castillo
de
la
Inquisición.
Por
Edicto
de
3
de
abril
de
1822,
se
sa
có
a
subasta
su
ejecución,
pero
al
no
presentarse
nadie
hubo
de
hacerse
nuevamente
en
28
de
mayo
de
aquel
año
y
por
fin
el
15
de
julio
se
anunció
su
remate
en pública subasta.
Terminadas
las
obras
quedó
un
espacio
rectan
gular
de
290
pies
de
longitud
por
325
de
anchura
distribuido
en
4
calles,
una
plazoleta
con
una
pe
queña
fuente,
8
cuarteladas
para
fruta
seca
y
cajones
para
tocino
y
carne
fresca.
Según
opi
nión
de
la
época
era
demasiado
grande
para
el
Barrio
no
ocupándose
más
que
en
sus
dos
terceras
partes.
La
verdad
era
que
muchos
de
los
vendedo
res
que
se
establecían
en
las
calles
prefirieron
no
ocupar
sus
cuarteladas
para
de
esta
manera
no
pagar
arrendamientos al Municipio.
Así
tal
como
se
ejecutó,
con
algunas
pequeñas
transformaciones,
tales
como
la
pérdida
de
la
pla
zoleta
y
de
la
fuente
(para
instalar
nuevos
puestos)
ha
llegado
hasta
nuestros
días
aquel
primer
merca
do
y
único
en
Triana
que
todavía
nos
sigue
presen
-
tando
su
primitiva
imagen;
cobijado
por
el
rio,
el
Altozano
y
las
calles
S.
Jorge,
Callao
y
Castilla
se
ha
convertido
ya
en
el
símbolo
de
una
época
pasa
da
pero
que
sigue
teniendo
actualidad
y
es
presen
te.
Muchos
de
los
hombres
y
mujeres
que
allí
se
es
-
Triana del Recuerdo