tendió
sobre
el
pavimento
juncia,
romero,
arrayán
y
otras
hierbas
olorosas
y
los
vecinos
adornaron
con
colgaduras
sus
balcones
y
ventanas.
Las
milicias
de
la
Ciu
dad
llegaban
desde
el
Alcázar
hasta
la
Vega
de
Triana.
Sin
pena
ni
gloria
para
los
trianeros
fue
el
paso
fugaz
de
la
Mar
quesa
y
su
comitiva
que
atravesando
el
puente
de
barcas
pa
só
a
Sevilla hasta llegar al Alcázar donde se había de hospe
dar.
Mientras
tanto
las
18
galeras
de
las
flotas
de
Portugal
y
Sicilia
al
mando
de
sus
generales
el
Marqués
de
Sta.
Cruz
y
Don
Pedro
de
Leyva,
que
estaban
puestas
en
orden
en
el
rio
-
desde
el
puente
a
la
Torre
del
Oro,
y
por
ambas
bandas
con
las
popas
de
frente
-
hicieron
salvas
en
honor
de
la
recién
lle
gada.
Luego
se
dividieron
en
dos
grupos,
9
al
lado
de
Sevilla
y
otras
9
al
lado
del
Convento
y
Huerta
de
Los
Remedios,
que
a
una
señal
se
acometieron
en
forma
de
combate
reali
zándose
muchos
disparos.
Por
la
noche
prosiguieran
los
ac
tos
y
hubo
fuegos
de
artificio.
Estos
fueron
en
líneas
genera
les
los
festejos
que
se
celebraron
en
el
rio
con
motivo
de
la
llegada
a
Sevilla
de
la favorita de Felipe III.
Más
tarde
y
en
1.729
reinando
Felipe
IV,
con
motivo
de
las
bodas
del
Príncipe
de
Asturias
Don
Fernando,
con
la
In
fanta
D
a
M
a
Bárbara
de
Portugal
y
de
la
del
Príncipe
del
Bra
sil
con
nuestra
Infanta
D
a
M
a
Victoria,
que
se
celebró
en
Ba
dajoz,
el
Rey
decidió
venir
a
Sevilla
con
su
esposa
la
Reina
D
a
Isabel
de
Farnesio
y
los
recién
desposados.
El
3
de
Fe
brero
de
dicho
año
entró
la
familia
real
en
la
Ciudad
que
para
tal
acontecimiento
había
mandado
arreglar
los
caminos,
em
pedrar
y
reparar
las
calles,
así
como
a
adornar
todo
el
trayec
to
que
habían
de
seguir
la
comitiva
que
entró
por
la
Puerta
de
Triana,
atravesando
el
Barrio
y
el
puente
de
barcas
que
para
esta
ocasión
se
encontraba
empavesado
y
engalanado.
Se
hicieron
festejos
durante
la
estancia
de
la
familia
real
y
el
21
de
febrero
salió
el
Rey
para
Cádiz
para
presenciar
la
lle
gada
de
la
flota
que
volvía
de
América
regresando
el
30
de
abril
a
Sevilla
donde
se
festejó
el
día
de
su
santo,
con
lumi
narias,
salvas
de
artillería,
hechas
desde
el
Cerrillo
de
la
Le
ña,
y
sobre
todo
desde
las
galeras
reales
ancladas
en
el
río
y
con
festejos
y
juegos
públicos.
También
se
encontraba
el
Rey
en
Sevilla,
que,
hasta
el
16
de
mayo
de
1.733,
cuatro
años después, fecha de su salida, estuvo establecida la Corte en nuestra ciudad.
Finalmente
recordaré
como
en
1.790,
se
celebró
con
gran
regocijo
la
proclamación
del
Rey
Don
Carlos
III.
De
ellas
y
por
su
especial
interés
en
cuanto
se
refieren
a
Triana,
y
en
su
relación
con
el
origen
de
la
Velada
transcribo
algu
nos
párrafos
de
la
memoria
Triana del Recuerdo