Madre
ya
estás
otra
vez
en
Triana;
en
tu
Capilla,
bajo
tu
Cielo
de
la
Calle
Pureza.
Y
yo
fui
a
verte
allí
para
contemplar
de
cerca
esa
corona
hecha
con
el
oro
de
los
suspiros
y
las
súplicas,
con
alianzas
de
amor,
con
el
recuerdo
y
el
calor
de
la
familia
y
con
el
deseo
de
todos
nosotros
que
quisi
mos
que
ciñera
en
tus
sienes.
Cuando
salí
de
allí,
caminé
por
la
calle
Larga
y
casi
sin
darme
cuenta
me
encontré
en
la
callejuela
donde
nací.
Todavía
sigue
en
pie
la
casa
en
la
que
vine
al
mundo;
aunque
humilde,
aún
se
yergue
sober
bia
en
su
vejez
mirándose
en
la
Parroquia
de
Santana.
Con
su
visión
y
pen
-
sando
en
Tí
me
llegaron
los
recuerdos
de
cosas
viejas;
las
ilusiones
e
ideales
de
la
juventud,
mi
abuela,
mis
padres,
mi
familia,
mis
amigos,
mi
Barrio
entero
y
todo
lo
que
me
era
querido
estaba
allí
presente
y
siempre
relaciona
do
contigo.
Son
tantos
años
bajo
tu
manto
que
comprendo
porqué
toda
nues
tra
vida
de
trianero
está
marcada
con
tu
presencia.
Con
tu
coronación
Triana
ha
vuelto
a
ser
Triana,
porque
tu
serás
siempre
su
real
y
verdadera
Imagen;
esa
Imagen
en
la
que
pusimos
nuestras
creencias
y
nuestros
afanes.
Cambia
rán
los
hombres,
cambiarán
los
tiempos,
pero
Tú
nunca
cambiarás;
Triana nunca cambiará.
Y
con
esta
idea
sentí
reverdecer
las
macetas
a
mi
alrededor
y
me
parecieron
más
verdes
las
rejas
de
balcones
y
ventanas
y
vi
el
Río,
ese
Río
marinero
tan
tuyo,
verde,
verde esperanza.
!Dios mío qué bonito es tenerte con nosotros¡ ¡Qué bonito!
Triana del Recuerdo