penas y de vuestras alegrías, la que tantas veces escuchó vuestras plegarias. Y   cuando   esta   noche   la   Abuela   Vieja   del   barrio   extienda   sus   manos,   un   año   más para bendecir a sus hijos, se hará allí presente la Triana de los jaboneros, la de los olleros de los herreros, de los bardos y sargueros, la de los pescadores en su Barrio de S. Sebastián, la de los camaroneros, la de  todas las profesiones de su puerto; calafates, carpinteros de ribera, rederos, atarazaneros, la de los carreteros, esparteros, hortelanos, cigarreras, aceituneras, sastres, planchadoras, camiseras... y de tantas y tantas otras profesiones que fueron su mayor gloria. Que   nadie   pierda   la   esperanza,   que   nadie   crea   que   Triana   se   ha   perdido.   La   Triana de   hoy   es   la   que   es,   y   no   es   la   única   vez   que   este   barrio   presentó   una   cara   distinta.   A través   de   los   siglos   hubo   Trianas   distintas;   no   fue   la   misma   la   del   Comercio   con   las Indias,   que   la   de   los   Clérigos   y   el   Tribunal   de   la   Inquisición,   ni   la   de   las   revueltas,   ni   la Triana   gitana,   pero,   sin   embargo,   todas   ellas   supieron   conservar   los   sagrados   valores que   recibieron.   Que   se   olviden   los   que   piensan   en   resucitar   la   Triana   Vieja;   esa   no volverá   jamás   porque   el   proceso   histórico   es   irreversible.   Ahora   nos   encon tramos   con un   nuevo   barrio,   vivo   y   latente   que   tendrá   que   dar   una   nueva   imagen   de   sí   mismo apoyándose   en   los   grandes   valores   del   pasado,   si   no   queremos   faltar   al   compromiso que tenemos adquirido con la Historia. No   perded   la   fe   trianeros,   pues   no   hace   mucho   ha   dicho   el   poeta   que   siente   y   lleva
Triana del Recuerdo