vistosos
fortines,
nuevamente
construidos
al
lado
de
Triana,
el
ruido
sordo
del
numeroso
concurso
que
llenaba
aquella
vastísima
extensión
de
terreno,
y
no
cesaba
de
mudar
de
posi
ción,
gozando
embelesado
de
los
agradables
golpes
de
vista
que
todas
ofrecían
y
finalmente
el
alborozo
y
vivísimo
jubilo
con
que
de
tiempo
en
tiempo
se
veia
a
tantos
lealisimos
Sevillanos
y
festivos
Andaluces
repetir
como
por
un
impulso
a
que
no
podían
resistir
se
y
clamar
con
la
graciosidad
de
su
lenguaje,
y
el
ardorfuego
de
la
Provincia
VIVA
EL
REY.
Y
de
todo
es
to
podra
formarse
alguna,
bien
que
muy
imperfecta
y
obscura
idea
del
espectáculo
nuevo
y
sin
duda
incom
-
parable
que
presentaron
Sevilla
y
su
rio,
en
estas
noches
deliciosas”.
Es
quizás
en
este
último
festejo
donde
se
puede
mejor
apreciar
la
íntima
relación
que
de
siempre
hubo
entre
estas
conmemoraciones
y
el
Barrio
de
Triana.
Es
lógico
suponer
que
estos
festejos
se
reflejaran
también
en
la
celebración
de
las
fiestas
de
la
Virgen
del
Carmen,
patrona
de
los
marineros
y
tan
unida
al
puente
de
barcas,
como
también
en
las
de
Santiago
y
sobre
todo
en
las
de
la
Patrona
del
Barrio
Señora
Santa
Ana.
Con
el
traslado
de
la
Casa
de
la
Contratación
a
Cádiz
perdió
Sevilla
el
Comercio
de
las
Indias
y
perdió
en
gran
par
te
aquel
reflejo
suyo
en
el
río.
Sin
embargo,
Triana,
aunque
acusó
también
el
impacto,
echaba
de
menos
aquellos
feste
jos
ya
tradicionales
para
el
Barrio
y
debió
seguir
queriéndo
los
rememorar
en
los
suyos
propios.
Por
ello
se
celebraban
las
fiestas
de
la
Virgen
del
Carmen
y
también
las
de
Santia
go
y
las
vísperas
anteriores
al
día
de
Santa
Ana,
fecha
en
que
la
Parroquia
quedaba
abierta
hasta
altas
horas
de
la
no
che
para
que
los
trianeros
pudiesen
entrar
cuando
les
apete
ciera.
Aquellas
celebraciones
tuvieron
hacia
1.700.
después
del
esplendor
que
las
originó,
un
carácter
amable
y
sencillo,
podríamos
decir
que
casi
humilde,
en
las
que
se
acusaba
el
deseo
de
participación
de
todos
los
trianeros,
que
se
mani
festaban
en
las
tertulias
a
las
puertas de sus viviendas y en el ambiente cálido y acogedor que las caracterizó.
Lentamente
la
Velá
fue
tomando
auge
y
era
cada
vez
más
visitada
por
los
sevillanos
y
forasteros.
Con
esta
otra
participación
ajena
al
vecindario
el
festejo
Triana del Recuerdo