poderosos.
En
época
árabe
pasaron
por
el
lugar
los
restos
del
ejército
almohade
que
portaban
el
ca
dáver
del
Miramolin
Abuyacub
Yusuf
muerto
tras
la
batalla
de
Santa-rem,
mientras
que
en
1201
pasó
Alfonso
X
al
frente
de
su
ejército
para
combatir
a
su
hermano el Infante D. Enrique que se había apoderado de la plaza de Niebla.
Las
primeras
noticias
documentadas
que,
de
él,
se
tienen
—aparte
de
su
nombre—
nos
llegan
del
trianero
Francisco
Ariño,
vecino
del
mismo
quien
en
1593
nos
narra
los
sucesos
que
allí
ocurrían,
como
en
el
resto
del
Barrio
y
en
la
Ciudad.
Por
el
sabemos
cómo
el
primero
de
enero
de
1593
se
inundó
aquel
sitio
y
como
el
20
de
enero
de
1594,
día
de
San
Se
bastián,
que
«se
hacían
empanadas
y
huevos
cocidos»,
hubo
otra
gran
inundación
en
la
que
el
agua
pasó
la
Cruz
del
Altozano,
enfrente
de
su
puerta.
Y
de
como
la
gran
tempestad
del
22
de
junio
del
mismo
año
hizo
volar
los
libros
y
cartillas
que un librero tenía expuestos en la pared del
Castillo.
Sus
vecinos
vieron
asombrados
el
fugaz
paso
de
la
Marquesa
de
Denia
en
1599.
Ariño
nos
cuenta
como
el
Asistente
de
la
Ciudad
D.
Diego
de
Pimentel
al
llegar
a
la
plaza
mandó
quitar
los
puestos
y
tablados
así
co
mo
la
casilla
de
cañas
en
que
Jerónimo
Donato
de
Acosta
tomaba
la
ra
zón
de
la
entrada
de
la
fruta
—
«y
que
la
quitaron
con
presteza»—.
Su
pavimento
y
el
de
la
calle
Castilla
se
cubrieron
con
juncia,
romero,
arra
yan
y
otras
hierbas
olorosas
y
los
vecinos
tuvieron
que
adornar
los
balco
-
nes
y
ventanas
con
colgaduras.
Algo
similar
ocurrió
en
la
fabulosa
entra
da
de
Felipe
V
el
3
de
febrero
de
1729,
y
en
la
llegada
a
Sevilla
de
Fernan
do
VII
y
de
la
Junta
Central
el
15
de
diciembre
de
1808
entre
otras.
Con
templó
igualmente
numerosas
fiestas
en
el
río
y
en
el
puente,
como
las
realizadas
con
motivo
de
la
proclamación
del
Rey
Carlos
III
en
3
de
Sep
tiembre
de
1759.
(La
narración
de
estas
fiestas
llenas
de
vida
y
color,
así
como otros varios sucesos pertenecen a otra parte del estudio sobre Triana).
Durante
mucho
tiempo
estuvo
ocupada
por
lo
que
en
un
principio
fue
Plaza
de
Abastos
del
arrabal,
con
un
palenque
en
su
centro
para
la
venta
del
pan
que
era
una
nave
corta
con
dos
puertas
y
que
permaneció
hasta
1795,
año
en
el
que
se
derribó.
Numerosos
puestos
de
verduras,
de
baca
lao,
de
carne
y
tocino,
frutas,
agua,
etc.
ocupaban
aquel
espacio,
cobija
dos
en
sombras
y
banastas.
Toda
una
actividad
comercial
y
mercantil
se
ejercía
en
la
plaza,
además
de
ser
punto
de
parada
de
carretas,
carruajes
y
bestias,
que
se
veían
obligados
a
parar
allí
para
verificar
el
pago
Triana del Recuerdo