donde
se
embarcan
con
destino
a
Roma
aceite
y
salazones
y
hacia
la
que
van,
por
vía
náutica, poetas y danzarinas que harían las delicias de todas las capitales del Imperio.
En
este
río
tuvo
lugar
la
batalla
de
Ramón
de
Bonifaz
contra
fuerzas
navales
marroquíes,
cuando
este
se
encaminaba
con
su
flota
para
ayudar
a
San
Fernando
en
la conquista de Sevi
lla.
Por
este
río,
al
fin,
han
pasado
los
principa
les
sucesos
de
las
diversas
historias
y
conquis
tas
que
ha
tenido
y
padecido
nuestra
ciudad.
Por
el
Guadalquivir
corren,
los
más legendarios recuerdos anotados en su hoja brillante de servi
cios.
Esperando
las
noticias
de
la
principal
gesta
náutica
de
los
últimos
siglos,
la
partida
de
Ma
gallanes
hacia
mares
desconocidos,
leamos
en
frase
de
Bayle
la
consumación
de esta singular hazaña:
“...Sólo
18
hombres
de
los
265
que
zarpa
ron,
saltaban
en
el
Arenal
de
Sevilla
el
8
de
sep
tiembre
de
1522,
fiesta
de
la
Natividad
de
la
Vir
gen
y
de
Nuestra
Señora
de
la
Victoria.
Y
de
las
cinco
naves
que
se
lanzaron
a
la
temeraria
em
presa,
sólo
una,
desvencijada,
sin
un
palo
ente
ro
ni
una
vela
sana
volvía
al
Guadalquivir.
Y
esa
nao
era
la
“Victoria”,
como
se
la
decía,
y
se
di
ce:
“Nuestra
Señora
de
la
Victoria”,
según
su
nombre entero.
...Los
18
hombres,
descalzos,
en
camisa,
cayéndose
de
hambre
y
de
fiebre,
desde
el
barco
se
fueron
derechos
con
cirios
en
las
manos
a
Nuestra
Señora
de
la
Victoria,
y
después
a
la
iglesia
mayor
a
dar
gracias
a
Dios
y
a
Nuestra
Señora
de
la
Antigua
por
su
arribo,
que
signifi
caba
poco
menos
que
resurrección
de
muerte
a
vida.
Al
frente
de
ellos
caminaba
el
que
escribió
en
su
escudo
sobre
un
globo:
“Primus
circumde
disti
me”:
fuiste
el
primero
en
rodearme.
Era
Sebastián
Elcano,
que
cuatro
años
más
tarde
falle
cería
(4
de
agosto)
a
bordo
de
otra
nao
que,
co
mo
la
primera,
se
llamaba
‘‘Nuestra
Triana del Recuerdo