SENA;
SIN
EL
GUADALQUIVIR
HUERFANO
SUENA
EL
NOMBRE
DE
SEVILLA,
LUZ
Y
AROMA”.
Río
de
Sevilla
que
antes
vimos
lleno
de
velas
blancas
y
ramas
verdes.
Río
sin
el
que
Triana
y
Sevilla
no
han
sabido
vivir
porque
en
sus
orillas
madres
se
formaron.
Río
antiguo
que
ha
ido
mu
riendo
por
la
mano
del
hombre.
Río,
como
dice
el
poeta,
ensamblado
eternamente
al
nombre
de
Sevilla
y
que,
por
adversas
circunstancias,
pro
-
yectos a la ligera y total abandono, pereció durante la dictadura de Primo de Rivera.
Pero
antes
de
adentrarnos
hasta
nuestros
días,
sigamos
buscando
motivos
de
ganada
ala
banza
y
de
justas
flores
en
pro
de
este
río
que
da
su
propio
nombre
a
la
calle
que
le
acompaña
desde
el
Puente
de
Triana
al
de
San
Telmo,
fron
tera
material
este
último
de
dos
barrios
comple
tamente
distintos
dentro
de
un
mismo
núcleo
de
población.
“Está
situada
esta
ciudad
en
la
parte
orien
tal
del
Guadalquivir,
a
cuyas
ENCANTADAS
ORILLAS
se
levanta
altiva
y
majestuosa
como
una
reina’’.
¡Encantos
que
el
hombre
ha
eclipsa
do
para
que
el
“puerto”
que
fue
durante
mucho
tiempo
el
punto
de
desembarco
único
y
exclusi
vo
de
las
provisiones
de
plata
de
ultramar”
-se
gún
nos
dice
el
erudito
alemán
Ludwig
Pfandl-
pierda
todo
su
sabor
típico
e
histórico
que
le
die
ra una antigua civilización!
El
alto
y
peregrino
poeta
paraguayo
Juan
O’Leary
llega
a
enamorarse
de
nuestro
río diciéndonos
“Era el mismo que besa los pies de la ma
ternal Asunción”.
Y
son
las
musas
del
poeta
chileno
Guiller
mo
Muñoz
Medina,
que
brotaron
en
su
primoro
so
libro
“Bajo
el
cielo
de
España”,
las
que
pare
cen
estar
arrepentidas
de
haber
Triana del Recuerdo