viva de sus propias aguas.
Que
ese
mirador
del
puente,
por
el
que
se
veía
correr
el
agua
bajo
sus
arcos,
tenga
conti
nuidad
eterna
sobre
las
aguas
cristalinas
y
flu
yentes;
que
esos
discursos
que
tuvieron
por
es
cenario
las
orillas
del
rio
y
por
dosel
la
Torre
del
Oro
y
el
Convento
de
Los
Remedios,
vibren
aún
con
sonidos
de
realidad
y
de
remedio
ante
la
an
gustia
de
Sevilla,
para
que
nadie
ponga
un
grani
to
de
arena
-como
se
suele
decir-
en
esta
empre
sa
de
devolver
a
nuestro
río
su
antigua
vida,
sino
que
esa
arena
material
que
sobra
y
que
frena
sus
aguas
sea
quitada
con
el
entusiasmo
popu
lar
a
machamartillo,
único
procedimiento
para
que
esa
eficacia
temporal
de
la
que
antes
hablá
bamos
pueda
hacernos caso.
Que
los
versos
de
García
Lorca
puedan
de
volver
de
nuevo
su
dorado
fuego
a
la
palabra de rio grande:
“PARA LOS BARCOS DE VELA SEVILLA TIENE UN CAMINO...”
Un
río
grande
que
queremos
ver
correr
en
la
más
feliz
y
añorada
de
las
trayectorias:
entre
Sevilla
y
Triana,
no
para
dividir
sino
para
unirnos
más
en
el
reflejo
de
sus
aguas;
no
para
distanciar,
sino
para
acortar
distancias
y
podamos
decir
lle
nos
de
júbilo,
como
en
su
sevillanísimo
libro
“TIERRA
Y
CANCION”
nos
decía
el
siempre
vivo
Joaquín
Romero Murube:
“'¿QUE EN DONDE VIVO EN SEVILLA?
NO TENGO ALCOBA NI CASA.
VIVO EN EL BARRIO DE ESPEJOS QUE HACE EN EL RIO, TRIANA”.
Triana del Recuerdo