LA MADRE VIEJA
Lentamente
se
retiró
el
Océano
Atlántico
y
len
tamente
afloraron
las
tierras
que
conformarían
el
plano
de
Sevilla.
Ahora
ya
solo
llegaban
allí
las
aguas
procedentes
de
la
Sierra
que
formando
varia
dos
y
caprichosos
cursos
se
dirigían
al
mar.
En
las
grandes
avenidas
todos
estos
cursos
saltando
de
sus
cauces
normales
se
unían
en
uno
solo
que
la
impetuosa
corriente
llevaba
a
desaguar
buscando
las
cotas
más
bajas
de
aquel
plano.
Después
que
el
río
halló
su
curso
definitivo
siempre
le
quedó
aquel
otro
viejo,
aquella
depresión
natural
de
la
Vega
de
Triana
que
durante
siglos
le
sirvió
de
alivio en las grandes inundaciones; la Madre Vieja.
Principiaba
la
Madre
Vieja
-nombrada
después
Madre
Real
de
la
Vega
de
Triana-
en
la
parte
superior
del
Cortijo
del
Cenizo,
del
término
de
Santiponce,
hasta
desembocar
al
Guadalquivir
por
la
Huerta
del
Pontón
en
el
término
de
San
Juan
de
Aznalfarache.
Se
formaba
a
modo
de
dos
grandes
planos
que
arrancando
desde
la
banda
de
Triana
por
Poniente
y
del
pie
de
la
cornisa
del
Aljarafe
concurrían
en
una
diagonal formada por las cotas más bajas de la Ve
ga.
El
pueblo
árabe
conocedor
de
su
vital
impor
tancia
mantuvo
siempre
limpio
este
amplio
cauce
y
libres
de
obstáculos
sus
alrededores.
Los
castella
nos
sin
embargo
olvidaron
bien
pronto
aquellos
vie
jos
preceptos
que
gobernaban
el
río
y
con
los
cercos
de
sus
huertas
daban
lugar
en
tiempo
de
las
gran
des
avenidas
a
que
se
formaran
verdaderas
murallas
que
cortaban
el
paso
de
las
aguas
haciéndolas
re
vertir
sobre
Triana.
Otras
veces
segaron
cauces
na
turales
que
hacían
posible
el
normal
desagüe
de las faldas de la cornisa hacia el río.
Sin
embargo,
el
problema
por
conocido
se
plan
teaba
una
y
otra
vez
sin
resultado
positivo.
Los
varia
dos
informes
y
arreglos
que
se
propusieron
para
su
mantenimiento
a
través
de
los
siglos
llegaron
hasta
1807
en
que
por
una
especial
preocupación
de
la
Triana del Recuerdo