Empecemos
por
el
principio.
Pedro
de
Me
dina,
en
el
libro
de
las
Grandezas
y
cosas
memo
rables
de
España,
deja
entrever
la
siguiente
cita:
“JUNTO
A
ESTA
CIUDAD ES UNA POBLACION QUE SE LLAMA TRIANA”.
Ejemplo
de
infinidad
de
poblaciones,
fun
damentalmente,
Triana
se
forma
junto
al
río:
Pa
rís
nace
del
Sena,
Roma
crece
junto
al
Tíber,
To
ledo
se
fortalece
por
el
Tajo.
Pero
la
especial
cir
cunstancia
de
que
el
Guadalquivir
sea
navega
ble
hasta
el
mar
y
posea
el
único
puerto
interior
de
España,
ha
hecho
que
el
río
lleve
consigo
la
comercialización,
la
expansión
y,
en
definitiva,
la
vida
de
todo
aquel
que
se
ha
acomodado
a
sus
orillas.
Manuel
Bendala
ha
dicho
que
“EL
GUA
DALQUIVIR
NO
SE
CONSIDERA
COMO
RIO
SI
NO
COMO
UN
BRAZO
DE
MAR”.
Y
así
es.
El
•cre
cimiento
de
la
Triana
que
hoy
conocemos
y
ha
bitamos
se
ha
dado
gracias
a
la
posesión
del
río,
que
logró
en
el
XVI
formar
un
núcleo
de
po
blación
gigantesco,
dadas
las
favorables
cir
-
cunstancias
que
el
comercio
de
ultramar
y,
con
él,
las
diversas
industrias
mareantes,
formaran a ambos lados de su cauce.
’ -
Desgraciadamente,
todos
estos
momentos
felices
han
pasado
sobre
la
historia
de
Triana.
A
vuelapluma
del
tiempo,
hagamos
un
poco
como
la
ficha
histórica
de
un
archivo de urgencia:
De
los
pergaminos,
medallas
y
galardones,
con
los
que
este
río
ha
sido
premiado
a
lo
largo
de
su
trayectoria
vital
hasta
que
la
ejecución
de
un
ordenamiento
cegara
su
vida,
no
cabe
duda
que
el
más
importante
es
haber
sido
el
principal
personaje
de
las
gestas náuticas más grandes en el recorrido navegante de la historia univer
sal.
En
el
año
1519,
buscando
el
paso
del
Atlán
tico
al
Pacífico,
sale
de
esta
calle
el
intrépido
Magallanes.
Ya
dijimos
de
esta
calle
que
era
lar
ga
de
fechas
históricas,
de
relieves
humanos
y
de
hazañas
mareantes.
Larga
de
relieves
huma
nos,
porque
hasta
aquí,
antes
de
salir
del
Puerto
de
Palos,
llega
el
marinero
genovés
Cristóbal
Colón
para
comprar
los
últimos
preparativos
de
su
viaje
en
busca
del
nuevo
continente
y
de
aquí,
Triana del Recuerdo