«Desgraciados
los
pueblos
que
pierden
su
antiguo
solar,
sus
tradiciones
y
sus
costumbres
porque
tendrán
que
empezar
a
caminar
de
nuevo.»
Todo
esto
ha
ocurrido
y
está
ocurriendo
con
Triana
como
también
con
el
resto
de
la
Sevilla
tradicional.
Humillados
y
ofendidos
muchos
trianeros
tuvieron
que
aban
donar
su
solar.
Los
que
se
creían
con
un
derecho
adquirido
de
permanencia,
después
de
tantos
años
de
vivir
aquí,
se
han
visto
y
se
ven
desplazados,
derribadas
sus
casas
y
cambiada su forma de vida.
Se
ha
dicho
que
la
Historia
de
Sevilla
no
se
ha
escrito
aún
y
por
ello
la
de
Triana
tampoco,
y
si
alguien
lo
hace
será
ya
una
historia
híbrida,
cansina
de
lápidas
y
de
fechas
porque
a
este
paso,
en
todo
lo
que
se
escriba
faltará
el
testimonio
real
de
lo
que
permanece
y
sobre
todo
el
testimonio
de
su
pueblo;
de
ese
pueblo
que
como
Ali
ño
desde
su
casa
del
Altozano
pudo
contar
día
a
día
los
sucesos
del
barrio
de
su
época
y
transmitirlos a sus descendientes.
Atrás
se
quedó
un
barrio
masificado
por
los
corrales
y
las
casas
de
vecindad.
Cuando
recuerdo
aquella
Caba
de
los
Gitanos
en
que
una
casa
sí
y
otra
no,
y
tam
bién
la
de
enmedio
eran
corrales,
y
la
comparo
con
la
actual
pienso
que
se
trata
de
dos
calles
distintas.
Y
lo
son
ya
porque
apenas
queda
nada
que
las
relacione;
ni
aún
sus
vecinos.
Y
esto
me
preocupa,
porque
yo
no
pretendo
que
se
mantengan
unas
condiciones
de
vida
que
dejaban
mucho
que
desear,
pero
sí
que
no
se
pierdan
del
todo
los
comportamientos,
que
han
caracterizado
a
Triana
ya
que
si
esto
ocurre
no
podríamos
seguir
hablando
de
ella
ni
decir
que
somos
trianeros.
Sin
embargo,
en
una
gran
contradicción
con
lo
que
está
pasando
y
a
través
del
protagonismo
de
nuestros
días,
aquella
forma
de
vida
que
fue,
se
ha
hecho
gloriosa,
tan
gloriosa
que
un
amigo
me decía hace poco:
¡A
que
ahora
va
a
resultar
que
por
vivir
toda
mi
vida
en
un
corral
soy
monu
mento
histórico nacional!
No,
no
es
el
protagonismo
que
se
sirve
del
pasado
el
que
pueda
interesar
a
los
hombres
y
mujeres
y
a
la
juventud
de
Triana,
sino
su
verdadera
imagen
que
sólo
la
puede
dar
el
conocimiento
real
de
sus
profesiones,
de
su
industria,
del
comercio,
de
sus
calles
y
plazas
y
de
todo
aquello
en
fin
que
fue
su
esencia.
Yo
rechazo
la
Tria
na
folclórica
de
Merimé,
o
la
de
Borrow,
o
la
visionaria
de
Munzer
y
de
Guelvis
porque
Triana del Recuerdo