esas
Trianas
no
le
sirven
para
nada
al
trianero;
porque
a
nosotros
los
que
nos
interesa
es
nuestro
propio
yo,
nuestro
propio
ser.
Aquella
Triana
que
se
encuen
tra
entre
el
protagonismo y lo real, aquella Triana de
«En mi casa casi no comemos nunca, pero nos reímos tanto».
«Se dice que «en Triana ya no quedan trianeros».
¡Cuidado
con
el
tópico!
Peligroso
tópico
éste
que
contribuye
día
a
día
a
la
pér
dida
de su identidad.
A
pesar
de
los
que
se
fueron
de
Triana,
aquí
hay
ahora
más
trianeros
que
nun
ca;
todos
los
que
han
nacido
dentro
de
sus
límites
históricos
son
trianeros.
Por
el
río
—o
por
el
charco—
como
quieran
Vds.
llamarlo,
siguiendo
por
lo
que
fueron
las
Bandurrias
y
el
antiguo
cauce
hacia
San
Juan
de
Aznalfarache,
hasta
la
cornisa
del
Aljarafe
y
el
cauce
de
la
madre
vieja
y
regresando
por
la
Cartuja
al
Patrocinio
para
volver
otra
vez
al
río,
estos
fueron
los
bordes
de
la
Triana
histórica.
Todo
cuanto
cae
dentro
de
ellos
le
pertenece
por
encima
de
las
segregaciones
que
algunos
quieren
establecer.
Es
la
Historia con justicia, la que determina lo que es Triana y lo que no lo es.
Y
cuando
los
que
han
nacido
aquí,
conozcan
sus
raíces
y
el
solar
que
pisan
y
sepan
de
la
gloria
que
les
toca,
reivindicarán
un
barrio
que
las
circunstancias
quieren
reducir a su casco antiguo, porque siempre fue Triana y su Vega y ambas una sola.
Apenas
hace
dos
meses,
en
este
mismo
patio,
yo
presenciaba
los
preparativos
que
se
realizaban
para
la
celebración
de
la
Cruz
de
Mayo.
Observaba
a
los
vecinos
en
su
ir
y
venir,
como
las
mujeres
barrían
con
tesón
una
y
otra
vez
este
suelo
terrizo,
y
como
se
iba adornando poco a poco el recinto.
Yo
pensaba
que
no
era
casual
todo
aquello.
No
era
casual
que
este
patio
nor
-
malmente
tranquilo,
se
hubiese
llenado
de
guirnaldas
y
farolillos
mientras
las
col
chas
y
mantones
cubrían
su
balconada.
No
era
casual
tampoco
que
durante
días
ma
nos
femeninas
hubiesen
confeccionado
con
papel
de
seda
de
colores,
estos
pequeños
mantones
de
manila
que
ahora
adornan
pasillos
y
paredes,
ni
tampoco
que
un
arma
zón
de
madera
y
alambre,
se
cubriera
de
flores
de
papel
para
simbolizar
aquella
celebración.
Y
lentamente
me
fueron
llegando,
como
en
un
eco
los
recuerdos
que
se
guardan
en
Triana del Recuerdo